Malaïka Sylaire: sus registros de voz son continentales
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La voz de Malaïka es queda y dulce, apenas audible en un sitio como este, un jardín donde no se escucha el lejano rumor de los coches y el canto de algunos pájaros.
Por un momento me resulta imposible creer que aquella chica es la misma que días antes escuché cantando en un ritmo reggae en alguna playlist de Spotify.
Pero es ella, lo sé por la manera en que sus ojos brillan al rememorar la primera canción que escribió, apenas un juego de niños antes de iniciar como compositora a los 18 años. Su propio nombre es salido de la música, para ser exactos de una vieja canción de cuna que le era cantada a su padre en África.
Mientras la observo, me doy cuenta de que su tono de voz varía en cada pregunta, y sus respuestas son las marcas de una camaleonica que se regocija en la extraordinaria versatilidad en sus registros de voz. Tonos y colores donde podemos escuchar una armonía de la artista jalisciense con un buen reggae para bailar, y en la siguiente canción descubrir una colaboración en ritmo de banda con Joey Montana y Elisama.
La música de Malaïka es una mezcla fresca que representa el mural de experiencias vividas a lo largo de su vida, de otras vidas, como la de su padre, quien marca para ella un legado de ritmos de Africa o Haití. Tal vez calipso, tal vez creole. De imitar a Britney Spears en la ludoteca de la escuela, hasta sus inicios como fiel discípula de la voz y música de la extraordinaria Amy Winehouse. La música es su compañera constante. Tal vez su confidente.
A diferencia de otras niñas con quienes compartía aquellas tardes de juego frente a un micrófono imaginario, Malaïka nunca bajó de ese escenario, fantasía que aún ahora es un dulce sueño y una realidad, y que apenas está por mostrarnos todo sus tonos, armonías, historias.
Su voz retoma sus raíces y reinventan el pop, reggae, blues, bolero, norteño. Ella se encuentra en la música que solía escuchar de pequeña y sitúa la escena musical jaliscience en la memoria continental, caribeña; Malaïka es tal vez su propio continente. El origen de una voz brillante, vital y feminista.