Icono del sitio DIÁSPORA

Valiente y la preservación de las especies

Tiempo de lectura: 4 minutos

¿Te consideras valiente? 

Frente al espejo somos valientes, nos imaginamos frente a una situación retadora, difícil, tal vez única. ¿Pero será así?, ¿de verdad estamos a punto de vivir algo extraordinario?

Salí corriendo de mi casa, como lo hago siempre desde que soy adulta. Teníamos que llegar al teatro una hora antes y no lo lograría. Tú ya habías enviado un video con las graderías esperando a las personas que se juntaban en la entrada del teatro El Venero.

Sí, ya estaba allá, la semana era terrible, pero queríamos ir, era el peor día de todos los peores de la semana y para tener tan poquitos días en el año, ya era mucho. Por alguna razón cuando se apagaron las luces me recordé a mi misma cuando entrenaba para las competencias nacionales de patinaje. 

Yo tengo pánico escénico.  Tengo pánico por muchas cosas, en realidad, pero en ese momento, al apagarse las luces, todo oscuro, me pareció sentir cómo retumbaba la voz de los actores, como la aparición de gigantes en la sala. Ese ya es un motivo para sentir miedo, no poder ver el peligro que nos acecha, ¿no crees? Es un motivo para ser valiente.

No lo sé, supongo. Quién diría que ir al teatro nos exige de tanta valentía. Yo, cambio, no podía evitar prestar atención a la manera en que los actores se reflejaban en el cristal dispuesto a un costado del teatro, como fantasmas, e imaginé que así se verían ya los pocos andantes en las calles oscuras del centro. 

Rostros atentos, risas, en ese momento pensé en regresar a la actuación, probar suerte, sentir la adrenalina de cambio de vestuario, pensar en la modulación de la voz y los movimientos. Pero eso no se lo dije. Esa noche estábamos ahí para presenciar la primera función de la obra Valiente y la preservación de las especies, presentada por la compañía de teatro Espacio Vacío, el pasado sábado 4 de febrero en el teatro El Venero.

Carolina Jiménez/Diáspora

Estar ahí y ver a Perlita, una niña curiosa que le pide a su madre conservar una perrita que rescató de la calle, me hizo pensar en Postdata. 

En la Beba quieres decir. 

Sí, Postdata o Beba, en la gata que adopté apenas hace unos meses. 

La mamá de Perlita aceptó cuidar a la mascota únicamente durante el periodo de recuperación tras el accidente en el que había perdido una de sus cuatro patas. 

¿Sabías que para los perros, perder una pata no les genera ansiedad, pero la falta de un miembro de la manada, sí? 

Carolina Jiménez/ Diáspora

La obra avanzó y es como ese momento donde puedes detener el tiempo, que nada de las cosas de grandes y viejos siga sonando. 

Y para eso hay que ser valiente, ¿no crees?. 

Para Perlita cuidar al nuevo miembro en la familia sería todo un reto, más aún cuando se trata de una integrante canina que debe adaptarse a un periodo de recuperación exhaustivo. 

Recuperación exhaustiva, eso me suena. Por cierto, ¿cómo va la recuperación de tus dientes? 

Me duele mucho.

La cachorra de Perlita, sin embargo, parece reaccionar de muy buena manera a pesar de las circunstancias, razón por la pequeña decide nombrarla Valiente. Ante la curiosidad de su hija, la madre de Perlita, bióloga apasionada, se ve tentada a regresar a una de sus lecturas predilectas,  la tesis sobre el origen y la evolución de las especies, del científico inglés Charles Darwin.

Carolina Jiménez/ Diáspora

Desde la gradería del teatro El Venero, niños y adultos ríen ante las ocurrencias de los personajes en el escenario, cuando el poder del teatro logra traer a la vida a un científico loco que bebe té inglés mientras elucubra su próxima tesis. El teatro juega con eso, traer a la vida las historias, por ejemplo a Paty, la chismosa y exuberante doctora veterinaria, salvadora de Valiente. 

Quedaron afuera, como pertenecientes a otro mundo, las primeras luces tenues dispuestas a lo largo de la calle reforma en la zona centro de Guadalajara. Olvidadas las quejas de algunos niños llevados a la fuerza por sus padres, la pesadez asida de los zapatos de vestir, camisas y corbatas, fuera el agotamiento y la sobriedad de un día cotidiano. 

No entiendo porqué se va con tanto glamour a un teatro, si de cualquier forma apagan las luces. 

Dentro de aquella casa color verde pistache, todos fuimos de nuevo pequeños e inocentes. Las risas se disiparon a lo largo del salón, surcaron las columnas de cantera, repararon en el escenario ante la participación de los tres actores involucrados, con aquel joven capaz de dotar de singularidad a cada uno de los personajes representados en la obra.

A lo largo del relato, Perlita no solo descubre la relación que puede llegar a establecer con un perro, sino también sobre la vastedad de especies que existen y la manera en que estas se relacionan entre sí a lo largo de un ciclo de vida natural. 

Mi gata, llamada Posdata aún no aprende a andar con su arnés, pero no se me ocurre otra manera de que sala a pasear de forma segura. ¿Cómo convertirla en parte de esta jungla de mascotas urbanas?

Carolina Jiménez/ Diáspora

La pequeña perrita se conviertió, inevitablemente, en parte de la familia. Perlita comprende la estrecha relación entre las diversas especies, que a pesar de sus diferencias conciben su existencia junto con unos humanos muy extraños que le ponen arneses a las mascotas. 

Valiente se convierte en una especie compañera única entre los personajes. Y es con ella que Perlita comprende es tal vez su perrita quien le enseña ese valor tan simple entre los animales.

¿Nos estas igualando a los animales?

Sí, ¿por qué no? Lo somos al final de cuentas. ¿Qué te hace diferente de Posdata?

Nada, es ahora mi compañera. 

Entonces es tu gata Valiente. 

Salir de la versión móvil