Del boom al trash: El otro lado de la literatura latinoamericana contemporánea
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El día amaneció con un viento fresco y en los coches aparcados se agolpaban las gotas de rocío, como pequeños cristales al borde de su desaparición. Aquel día parecía advertir que todo sitio sería un lugar soleado para la gente sombría congregada en la Sala 2 del Conjunto Santander de Artes Escénicas.
La hora de la cita se aproximaba. Minutos antes de las 12 del mediodía, las personas entraban a la sala como una procesión incesante, como un río que fluye a borbotones, para participar en el 30 aniversario de la Cátedra Julio Cortazar de la Universidad de Guadalajara,
En la charla participarían Cecilia Eudave, Julián Herbert, Pilar Quintana y Mariana Enriquez, autores que confluyen en la escritura de lo insólito, lo extraño y algunas veces sobrenatural, así como también dentro del canon de la literatura contemporánea en Latinoamérica
Tras una breve presentación se realizó un recorrido revisitando los exponentes del boom, hasta el trash como esa apuesta por la construcción de una nueva narrativa que no solo responde a su tiempo sino que lo desafía en sus posibilidades, haciendo frente a la realidad que como mencionó Julián Herbert, se presenta como una esquizofrenia colectiva.
Si bien la oscuridad en sus diversas formas ronda algunos de los textos de los ponentes, así como otras perspectivas sobre la realidad, en esta ocasión fue la pregunta sobre lo latinoamericano y su transmutación desde la época de Carlos Fuentes hasta hoy día, la misma que marcó la agenda para el diálogo entre los participantes.
Los autores coincidieron en que, si bien la transmutación de la literatura latinoamericana es bastante notoria, no se trata de que haya obras más o menos valiosas que otras por su contenido o forma, sino que se trata de piezas que en algún momento respondieron o responden a su tiempo, permeando lo político, lo cultural y lo social.
“Fuimos creciendo para ser una generación de ruptura, donde las etiquetas ya no eran suficientes”, dijo Cecilia Audave acerca del papel de la escritura para desafiar el espacio tiempo en que se habita y pensar así otras posibilidades, aún cuando “la literatura no sirve para explicar el mundo necesariamente”, tal como opinó Pilar Quintana.
Nuevas interrogantes se fueron generando a lo largo de la conversación, y es que ¿es realmente necesario continuar etiquetando la literatura en sus diversos géneros, como lo fue en su momento con el auge del realismo mágico o real maravilloso? Ante lo cual habría que cuestionar en qué medida habría que preguntarnos sobre la escritura que puede o no nombrarse bajo las etiquetas lo femenino o latinoamericano.
La respuesta pareciera rondar el trabajo de los autores, ya que como propuso Pilar Quintana, ante una realidad extraña, convulsa o incomprensible, “Hay que comentar el horror desde la intimidad del ser humano, no solo desde la amplitud de lo social”, exploración presente en la literatura, como es el ejemplo de muchos de los cuentos del nuevo libro de Mariana Enriquez, Un lugar soleado para gente sombría, donde la intimidad de los personajes con relación a su realidad es el punto de partida mismo para el horror.
Así la autora Pilar pareció inaugurar el tema que podría obligar a una segunda reunión dentro de la Sala 2, a fin de desentrañar el horror oculto en cada una de las plumas presentes.
La charla se dio por terminada no sin antes habiéndose asegurado la Catedra Julio Cortazar de despedir a sus invitados entre una avalancha de nuevas interrogantes sin respuesta, y con el hambre de pronto poder repetir la cita para desentrañar en aquellos autores y autoras su parte más sombría que sale a relucir en su escritura.