Icono del sitio DIÁSPORA

Pantaleón y las visitadoras: ¿Obra de ficción o de biopolítica?

Tiempo de lectura: 4 minutos

Todas nuestras clases y soldados rinden más, son más eficientes y disciplinados, y soportan mejor la vida de la selva desde que el Servicio de Visitadoras existe, mi general…Todos los estudios y observaciones que hemos hecho lo prueban.

~Capitán Pantoja

En la novela Pantaleón y las visitadoras, el ejército peruano se enfrenta al monstruo del apetito sexual. Al investigar los patrones en la conducta sexual de los soldados, desarrollan mecanismos para regularlos. Bajo la dirección del capitán Pantaleón Pantoja, logran profesionalizar una división de trabajadoras sexuales llamada el Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines (SVGPFA). En el prólogo, Mario Vargas Llosa declara haber escrito una novela cómica basada en hechos reales, pero a la vez, niega ver al supuesto verdadero Pantoja, porque “los personajes de la ficción no deben entrometerse en la vida real.” Quizás está proponiendo que los lectores lo tomen como un cuento ligero que coquetea con la realidad. Sin embargo, tal posicionamiento desvía la mirada de una gran oportunidad para examinar la relación entre el lenguaje y la biopolítica, es decir el poder sobre el cuerpo, la vida y la muerte.

Según la teoría de Michel Foucault, el poder biopolítico busca ejercer control sobre la vida de la población a través de varios mecanismos de control, así como ampliar sus conocimientos en varios campos. Además, prioriza analizar los patrones a nivel colectivo y la regularización para lograr un equilibrio. Esta reseña explora el vínculo entre el lenguaje y la biopolítica, para mostrar que Pantaleón y las visitadoras no es solamente la novela divertida que Vargas Llosa pretende haber escrito. Navegar las prácticas biopolíticas y discursivas en la novela es tan difícil como atravesar el mismo Amazonas, pero es posible abrir paso al entendimiento utilizando los lentes de la lingüística, filosofía clásica, y biopolítica. 

Para empezar, quizás los lectores están inclinados a clasificar los códigos usados por el Servicio como eufemismos. Por ejemplo, en la novela el deseo sexual es rearticulado como “una ambición” y tener relaciones sexuales como “beneficiarse de una prestación.” Sin embargo, según el filósofo John Searle, la unidad más pequeña de significado en el acto de habla es la oración, no la palabra.  De hecho, el ejército peruano rearticuló la sexualidad de tal forma que los capacitó para regular los cuerpos de los soldados y las trabajadoras sexuales a través de la burocratización, regularización de actos (a través de reglas discursivas), y determinación de la verdad.

El nivel de burocratización le puede parecer a los lectores absurdo con las listas detalladas de reglas y procedimientos de aprobación. Por ejemplo, los soldados solamente pueden tener relaciones denominadas normales. Cualquier desviación sexual, así como tener dos prestaciones consecutivas, está prohibido hasta que se realicen más investigaciones y haya logrado el volumen operativo máximo del SVGPFA. Podemos llegar más allá en nuestro entendimiento de la novela si seguimos aplicando Foucault y cambiamos la perspectiva del lenguaje como herramienta a lenguaje como acción, o performance de habla. 

Germán Láudano Rosales,  “El Sinchi”, locutor del programa de La voz de Sinchi en Radio Amazonas, proclama “siempre [estar] al servicio de la verdad y la justicia.” Pero, a la misma vez, decidió defender al Servicio por 5% del salario mensual del capitán Pantoja. En contraste, el capitán se dio a la tarea de enfrentarse al riesgo y hablar con sinceridad frente al mundo y terminó perdiéndolo todo. Para poder decir “la verdad,” debería haber encajado con las reglas discursivas del ejército. Así que el acto de Pantoja fue un ejemplo de parresia, en que el hablante tiene una conexión con el contenido de su habla y cumple con el deber, la sinceridad, y la existencia de algún riesgo por decir la verdad. 

Como afirma Foucault, la sociedad busca controlar la producción de discursos para evitar peligros a través de las prohibiciones y determinando lo que es racional y verdadero. Así las reglas discursivas controlan las instancias de habla, limitan su poder, y autorizan hablantes. Un gran ejemplo es el Himno de las Visitadoras que fue compuesto espontáneamente y desató una polémica por no haber pasado por el procedimiento normal. Sin embargo, Foucault también afirma que el discurso no se vincula a normas científicas, sino a sistemas de valores. Por ejemplo, el capitán Pantoja tuvo que recalcular la oferta y demanda de servicios sexuales, porque no había tomado en cuenta la menstruación, los homosexuales, los impotentes, y la apatía sexual. 

Olga Arellano Rosaura, “La Brasileña”, fue la trabajadora más exitosa y además amante de Pantoja, pero al ser asesinada por un grupo extremista fue borrada y degradada a civil, sin una investigación militar. Por añadidura, la elegía que honró su trabajo se planteó como una violación de las reglas discursivas del ejército y rechazaron la declaración de que fuera “una desdichada mártir.” Debido a esta transgresión, la proclamación fue castigada con el cierre del Servicio y el exilio de su director. 

Tal vez los honores se pueden encontrar fuera del libro en la canción de Stromae, “Fils de joie” (Hijo de alegría). El video musical toma lugar en el funeral de una trabajadora sexual, y el cantante bélgico canta una elegía en frente de una audiencia en luto. Distintas divisiones armadas marchan en formación militar y hay un cortejo fúnebre en vehículo. En una entrevista de Rolling Stone, Stromae explica que habla “en lugar del hijo, el cliente, el jefe de prostitutas, y el policía.” Cada perspectiva revela un discurso distinto alrededor de la sexualidad y el trabajo sexual. 

El coro del hijo refuta cada perspectiva y reafirma a su madre:

“But HEY…She’s a hero/ And I will always speak of her with pride…After everything she’s done for them/ Forgive them, they’re dumb/ Oh dear mom/ They dehumanize you/ It’s easier for them/ But they also court you/ And everybody looks the other way.”

En este caso, la heroína encuentra su descanso eterno, cubierta con la bandera de la nación. Todos los puntos de vista, excusas e insultos, desaparecen al final de la procesión con los aviones volando en formación de V. La defensa del hijo conquista y el funeral logra su objetivo de honrar el sacrificio de la trabajadora sexual. 

El SVGPFA alcanzó un gran auge, lo cual nadie esperaba, pero aún encontró varios retos a lo largo del camino. En lugar de escribir un cuento ligero y divertido, Vargas Llosa pintó el vínculo entre el lenguaje y la biopolítica para regular los cuerpos de los soldados y las trabajadoras a través de la burocratización, regularización del habla, y determinación de la verdad. En fin, ningún ataque al Servicio fue tan fatal como llamarle a una trabajadora sexual “un valeroso soldado.” La novela llega más allá al demostrar cómo el poder también determina quién puede morir con dignidad.

Salir de la versión móvil