La gran urbe nos platica: Una reseña de La región más transparente
Tiempo de lectura: 3 minutos La región más transparente presenta un caso único que empuja los límites de la fenomenología y el audiolibro para brindar una experiencia inolvidable para el oyente. Hay que entrar por el audiolibro, sino no se puede escuchar la voz de la Ciudad de México.
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Nota: Esta reseña contiene spoilers.
La sala del canon está por el pasillo de mármol y a la izquierda. Allí es donde se exhibe La región más transparente, de Carlos Fuentes, donde nadie de gran categoría jamás faltaría congregarse con sus semejantes a filosofar con una copa en la mano enjoyada. Pero ahora su remediación al formato auditivo ha desplazado la pieza de la sala, y como consecuencia invita a cualquiera a asomarse a la circunstancia del mexicano. Sin embargo, en la narrativa aural surgen nuevas barreras e impiden el apego a esta novela. Así que les propongo una solución que revivirá la palpitación de la Ciudad de México: la unión entre el libro y el audiolibro.
Ambos formatos abren la posibilidad de sorpresa en una novela ya conocida por más de 60 años. El audiolibro ofrece un nuevo comienzo porque podemos llegar sin armadura y escuchar a la Ciudad de México. Desde la filosofía política de Federico Robles hasta el conocimiento ancestral de Teódula Moctezuma, terminamos escuchando una polifonía en la que cada personaje representa una melodía y las armonizaciones entre sí se forman a través de diálogos, monólogos interiores, la narración, voces del recuerdo, registros sociales, y acentos extranjeros. Así mismo desaparecen los obstáculos y llega a ser más que una novela lidiando con la Revolución Mexicana y sus consecuencias.
La remediación, sin embargo, enfrenta retos únicos, como los rasgos extratextuales que pueden llegar a obstruir el contenido auditivo. Al darle “play” al audiolibro el oyente se desorienta inmediatamente por el cuadro cronológico y la lista de personajes. En este caso, no sirve para preparar la escena de la obra. Adicionalmente, Ixca Cienfuegos es ambos personajes y narrador omnipresente que atraviesa las experiencias. El texto marca su narración en cursiva, lo cual no se puede replicar con la voz. Aunque la voz pueda modularse y crear significados, no siempre corresponde a la puntuación.
El uso de la cursiva se emplea también como en las canciones populares, haciendo alusión a la rememoración y los pensamientos guardados. Por ejemplo, en el relato de Hortensia Chacón, ella dice muy poco en voz alta y consiste mayormente de monólogos interiores que a la vez están dirigidos a Cienfuegos—quien permanece callado. Sin el texto, sería difícil reconocer el momento clave en que ella se vuelve en sí, como si hubiese deshecho un hechizo, y le pregunta: “¿Qué hace aquí?” Es un giro sutil, entre varios otros, que revela la omnipresencia de Cienfuegos y su poder de desnudar los personajes para revelar su verdadero ser.
En la novela la voz tiene un papel único que se presta para el audiolibro. Por ejemplo, el 15 de septiembre, cuando Robles estaba rememorando y reflexionando, los recuerdos se manifestaron en voces, las voces que quizá jamás volverán a gritar. Igualmente, al final, todas las voces ciudadanas que se han acumulado a lo largo de la novela se desbordan como actores reapareciendo en el escenario para el gran final. Semejante efecto no pudiera haber sido realizado solamente con el texto, porque hemos escuchado las oraciones como melodías y las tenemos inscritas en el cuerpo. De tal forma, podemos rememorar a través de una experiencia fenomenológica que no funciona linealmente sino a través de significados.
Sin el audio se pierden los matices y el tono del texto; sin el texto, es como escuchar algo a escondidas, detrás de una puerta. Además, la cantidad de personajes exige un reparto entero, pero solamente hay un intérprete. El audiolibro, sin embargo, es capaz de ir más allá de la representación del texto para mejorarlo. El vínculo entre los dos es como tener las señales sociales que ocurren naturalmente en una conversación cara a cara y son necesarias para entender la comunicación en su totalidad. De esta forma, el audio le añade una dimensión fenomenológica al texto, porque uno está leyendo con el cuerpo y así surge el “lenguaje corporal” de la Ciudad de México. Nos sumerge en una conversación con el texto, un acto que requiere vulnerabilidad y posibilita más tipos de apego.
A lo largo de la narrativa nos atamos y desatamos, aceptamos y rechazamos mientras que nos enfrentamos con relatos sobre el sacrificio, el amor, la muerte, y la vida en todas sus facetas. El texto nos invita a repensar y meditar porque los valores nos conmueven y nos animan. Además, nos encontramos con personajes que desarrollan una nueva perspectiva y otros que se mantienen firmes en su forma de ser. El oyente no tiene que ser mexicano para navegar la ciudad y considerar los varios tipos de apego que los personajes guardan hacia la patria desde la nostalgia hasta la ambición.
La región más transparente presenta un caso único que empuja los límites de la fenomenología y el audiolibro para brindar una experiencia inolvidable para el oyente. Hay que entrar por el audiolibro, sino no se puede escuchar la voz de la Ciudad de México. El formato audiolibro es capaz de demostrar la polifonía de la novela de una manera que es inalcanzable para el texto solo. Escuchar las voces diversas nos pinta la textura, la sinestesia de la gran urbe y el comienzo de una nueva era que afecta a cada clase social.