El territorio es más, mucho más que un espacio geográfico delimitado por líneas imaginarias impuestas desde el poder. Es un proceso cognitivo que puede narrarse a partir de quienes lo viven, lo gozan, lo sufren y sueñan en él, como dice el geógrafo social David Jiménez.
Desde esas voces, acaso las más vulnerables, las de las infancias y adolescencias, es que se narra el documental “Lachatao”, de la directora Natalia Bruschtein, que tuvo su estreno mundial en el marco de la 39 edición del Festival Internacional del Cine de Guadalajara, como parte de la competencia oficial Premio Mezcal.
A través de una experiencia inmersiva a la que abona el frío de la sala de cine y una cámara casi siempre fija capturando postales de los impresionantes paisajes de la comunidad de Santa Catarina Lachatao, en la sierra de Oaxaca, este documental nos hace sentir como un personaje más en la pantalla grande, una magistral intimidad en el acercamiento a las vidas y organización colectiva de los y las habitantes de la comunidad de Lachatao, principalmente un par de niñas, que entrelazan su día a día entre el campo, el trabajo y el juego, con las voces de las ancianas y adolescentes que mantienen a flote la vida en el pueblo.
A través de la mirada de Leslie y Val, dos hermanas de no más de doce años, conocemos la lucha organizada desde lo comunitario para reinventarse y hacer frente a la constante amenaza de la desaparición del pueblo y con él, su identidad, sus tradiciones y su cultura. Estrategias que se cimentan sobre el profundo arraigo territorial que tienen los y las habitantes de Lachatao y que lo han convertido en ‘’un pueblo que se educa a sí mismo’’,
En Lachatao, las familias se convierten en maestros y maestras, con la formación de una primaria y secundaria que mantiene viva su identidad, educando en zapoteco y proponiendo un modelo alternativo y autónomo frente a instituciones oficiales con asignaturas que enseñan el trabajo de la tierra, la siembra, la cosecha, el cuidado del medio ambiente y el respeto por otras formas de vida.
Pero la función social del conocimiento se desborda más allá de las aulas, todo conocimiento es colectivo y todo conocimiento es por el bien de la comunidad. Así, las ancianas enseñan a los niños y a las niñas sus saberes sobre el maíz, a moverse dentro de las milpas, a identificar el frijol que ya está listo, comparten sus conocimientos de cocina, de la tierra y desde las asambleas que tienen lugar en el Palacio Municipal se toman decisiones con el objetivo de formar a jóvenes que se mantengan en resistencia frente a la idea de modernidad, que decidan quedarse en Lachatao imaginando otros futuros posibles sin perder de vista el pasado.
Pero los sueños y los miedos chocan entre sí. Por un lado, el sueño de salir de la comunidad para convertirse en abogada y regresar a ayudar a que Lachatao se mantenga firme ante las embestidas del tiempo, se encuentra de frente con el miedo a que el pueblo en el que Leslie creció, se formó y conformó su manera particular de posicionarse en el mundo, se convierta en un pueblo fantasma a su regreso.
Mientras, del otro lado, vemos a un joven que al recién cumplir los 18 años de edad toma una decisión: ‘’yo me voy a quedar aquí, en el pueblo, aquí hay libertad’’.
Lachatao es un documental sobre la fuerza y la necesidad de reinvención de un pueblo que teme quedar en el olvido, de cómo ante la lógica del capital que se acerca cada vez más a su territorio y hace uso de sus aparatos estatales para despojar y borrar la memoria colectiva, la organización comunitaria se vuelve en algo más que una alternativa, sino en la única salida posible para imaginar una vida digna, llena de posibilidades y en que florezcan las capacidades de quienes habitan y viven su territorio.
Nota:Este documental tendrá una función más el lunes 10 a las 19:30 en las pantallas de Cinépolis Centro Magno. Puedes consultar la ficha técnica de la película y comprar tus entradas dando clic aquí: https://vp.eventival.com/ficg/2024/film/985241