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Foto: Carolina Jiménez

Versos en una estación rumbo a París 

Tiempo de lectura: 7 minutos El tiempo tiene algo que ver con el miedo. “Versos en una estación rumbo a París”, es la obra dirigida por Carlos Cambustón, producida por Alexandra García. El estreno será el 28 de abril, 5,12 y 19 de mayo a las 19:00hrs en el Teatro Experimental de Jalisco.

Tiempo de lectura: 7 minutos

Cuéntame tu historia y yo te contaré la mía,

Repitió él con voz áspera. Fue entonces cuando ella supo, de alguna manera, que estaba pronta a emprender un viaje en aquel tren invisible. El frío se colaba debajo de su ropa y cada sonido se perpetuaba en un eco atrapado en el espacio. Sentía cómo la máquina se aproximaba, casi podía distinguir aquella luz tenue que cobraba cada vez mayor intensidad a lo largo de las vías, el silbato de la locomotora le arrebataba el aliento, de pronto denunciaba estar detrás suyo, alcanzándola, pero a punto de sentir aquel impacto terrible el sonido se silenció de golpe desde la pequeña cabina de audio del Teatro Experimental de Jalisco.

Sintió de nuevo el calor de primavera apoderarse de su cuerpo y la rigidez de la butaca desde la cual presenciaba la sala semivacía a una semana del estreno. Descubrió que sus manos apenas temblaban. Echó su espalda ligeramente hacia atrás, abrió y cerró sus piernas sintiendo el incómodo roce de la mezclilla en una tarde sofocante. Sobre el escenario la escenografía de una antigua estación de trenes en los años sesentas, desapareció detrás de un pesado y oscuro telón negro.

Habían pasado apenas unos minutos desde que ella había estado ahí, a unos cuantos metros, donde la estación de trenes París, que era apenas una banca de aparente madera. Ella dejaba que sus mirada recorriera curiosa la totalidad del espacio, y cuando él apareció quiso devorar cada detalle hasta memorizarlo para siempre, o lo suficiente para poder contárselo a M. 

Le contaría de su risa estentórea, el arrastrar de sus pies sobre el escenario, haciendo resonar las suelas de sus zapatos como un ligero siseo entre murmullos dispersos. De pronto, entre todos los personajes en escena apareció con su ropa desalineada, sucia, con la cara oscura como quien ha estado horas abonando carbón a la locomotora. Su nombre era Manuel, pero todos sus amigos le dicen Neche, un viejo sastre convertido en un vagabundo delirante cuyo aparente hogar es una banca de fino acabado en la estación de trenes.

Ella caminó sobre el escenario y cruzó unas palabras con el actor Jesús Hernández, quien interpreta a el vagabundo, y que en realidad es el ser que encamina a Patricio y René a lo largo de la obra Versos en una estación rumbo a París, escrita y dirigida por Carlos Cambustón. 

Las personas suelen sentarse durante toda su vida en una estación esperando a que pase su tren perfecto, pero cuando lo ven pasar no lo saben reconocer y se quedan ahí sentados en el andén, viendo cómo se va su tren sin regreso.

Patricio, también es un joven periodista, él regresa a la Pequeña Ciudad Cualquiera y, con el recuerdo de las historias de su infancia, reconstruye la vida de su padre, René, un escritor frustrado que decide quitarse la vida en la estación de trenes y que habiendo conocido a Neche, el vagabundo, se convirtió de repente en un viajero en el tiempo, tentado a tomar un camino distinto al pensar que en su juventud abordó el tren equivocado. 

Ella no estaba segura aún de cómo explicarle a M que aquel vagabundo podría ser un delirio del propio René, o bien un ser espectral del tiempo. Neche es inclemente, voraz, ocurrente, pero sobre todo es un ir y venir con los movimientos gráciles con los que se desplazaba cantando alrededor del escenario. Y en su locura y desvarío estaba la belleza propia del transcurrir, pues Jesús Hernández dota al personaje de esa singularidad de los seres extraordinarios.

Ella sintió el frío y el viento de la estación mientras recorría el escenario con un deseo repentino de conocer a Neche, de contarle su historia de dolor y pena, sabía que tenía una, y que esa historia era la razón por la cual ansiaba abordar a ese tren invisible, subir y dejarse embargar por el delirio de aquel viejo sastre enamorado de la luna, ese astro en el que se convirtió su amada, la hermosa Celeste. 

Cuéntame tu historia y yo te contaré la mía, insistía Neche una y otra vez a los hombres errantes en su camino, invitándolos a reconocer su propio dolor y arrepentimiento y ver aparecer así su tren hacia el pasado, en un viaje a desafiar sus más profundos miedos. 

Y quizá es el mismo tren que el director y escritor de la obra, Carlos Cambustón, ha decidido tomar como artista a lo largo del proyecto. 

Cuando nos hemos contado nuestras historias de dolor y pena, Celeste hace nevar, envía un tren y nos envía en un viaje al pasado. 

Una ronda de aplausos esporádicos recibió a los actores en el final del ensayo general de la obra. Ella dejó la butaca y se dirigió a los camerinos, había olvidado que estaba ahí para hacer las preguntas y ahora debía solicitar un par de entrevistas, pero sus manos aún temblaban, y en presencia de la nieve esparcida sobre el escenario (cientos de bolitas de hielo seco imposibles de remover) le parecía escuchar aún el lamento lastimero de René, un personaje incapaz de salvar el tiempo, interpretado por Jony Perdomo. 

Extraviada entre la escenografía que ocupa cada rincón del escenario, se dio cuenta de lo verdaderamente extraña que era su relación con el tiempo. ¿Será así para el resto del mundo? Lo pronunció en voz alta, en el centro de la tarima, con una luz en cenit y proyectando su voz. Rara vez pensaba en ello, el transcurrir de los años, el movimiento incesante de la vida y la muerte constante de las cosas que parecía anticipar  su propia muerte. Ella siguió con las preguntas como una idea necesaria ante la angustia sobre el tiempo, lo que se ha roto o ha roto algo en ella.

Al llegar a casa hablaría con M. Le haría la misma pregunta que había lanzado Neche desde el escenario, y que ella misma era incapaz de responder, si pudiéramos volver el tiempo atrás ¿qué haríamos diferente?

Creo que el tiempo tiene que ver con el miedo.

El camerino era una pequeña habitación con espejos e iluminación tenue. Jesús sostenía el libreto entre sus manos y enviaba un mensaje por celular. Ella sabía que más allá de una entrevista para la revista su inquietud seguía siendo el tiempo, eso que no dejaba de ocurrir mientras se preguntaba si debía, quizá, abordar el tren que la acechaba a sus espaldas.

La risa de Jesús era aún la risa estentórea y juguetona de Neche, pero ni aún escrutando en sus ojos cuidadosamente ella lograría encontrar a aquel ser delirante, tampoco esperar que este le dijera cuéntame tu historia y yo te contaré la mía. Aún así realizó la entrevista e imaginó que ese personaje susurraba aún al oído del propio actor, cuando éste confesó que su inquietud era también la incertidumbre de abordar un tren que se acercaba y pronto vería transitar delante de sus ojos.

Al atravesar el escenario rumbo a la salida, notó que las pequeñas bolitas como copos de nieve falsa seguían ahí, el resto de la Pequeña Ciudad Cualquiera había desaparecido.

Ansió recordarlo todo para M. Al llegar le contaría esa historia, la de un hombre arrepentido de haber dejado pasar el tiempo, y un viejo sastre enamorado de la luna, y comenzaría diciendo con entusiasmo, emulando los movimientos de Neche, lo hermoso que fue. 

No podía dejar de imaginar qué diría M. Se detuvo de nuevo, en silencio en la estación París, delineó la silueta de la banca de madera que acumulaba la nieve falsa y anticipó que la vería caer en cualquier instante desde un cielo oscuro. Qué bonito ver cómo la luna aparece repentina, inmóvil, sobre la superficie de un telón negro. Qué bonito, pensó entonces, mientras intentaba acomodar su cuerpo en el estrecho espacio de una butaca del teatro semivacío. Qué bonito, se dijo en un susurro, sentir que aquel tren invisible se avecinaba hacía mí.


Al mirar a M lo único que pudo decir, con el recuerdo de Neche y Rene aún intacto, fue que tal vez somos todos, irremediablemente, viajeros en el tiempo. Seres errantes, incapaces de no mirar atrás, hacia ese tiempo que hemos dejado pasar, que ahora avanza a prisa como un tren, con el silbido, cada vez más y más fuerte, de la vieja locomotora, y en memoria de lo perdido y en el anhelo de recuperarlo.

Versos en una estación rumbo a París, es una obra escrita y dirigida por Carlos Cambustón, producida por Alexandra García. Con los primeros actores como: Jesús Hernández, Ricardo Nuncio y Marco Orozco. Y actores de renombre como: Cristal Cuevas, Vania Garcia, Jony Perdomo, Alfredo Rivera, Erik Guillen, Carlos Ernesto y más. Sus fechas de estreno son: 28 de abril, 5,12 y 19 de mayo a las 19:00hrs en el Teatro Experimental de Jalisco.

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