Natalia Lafourcade le canta a sus alter ego.

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El pasado domingo, el Auditorio Telmex se transformó en un espacio íntimo donde Natalia Lafourcade presentó su gira Cancionera. A las 8:32 p.m., dio inicio con Cancionera, seguida de De todas las flores. A las 8:37 p.m., interpretó Cariñito de Acapulco. Natalia nos mostró el proceso creativo a través de sus heterónimos. Una de sus Natalias, durante la presentación, interpretó sus canciones más despechadas de amor y odio, junto a su guitarra y una botella de mezcal.

La otra Natalia, con serenidad, le respondió a la ebria: «Desahógate, miéntame la madre», generando una reacción mixta en el público. Y tal vez esa memoria de sus padres con guitarra y tequila se subió al escenario. La artista continuó, evocando la tradición del sarape y el tequila de Chavela Vargas, pero con un toque personal: un mezcal en mano y un saco maltrecho al estilo Tintán. A las 8:48 p.m., interpretó Como quisiera quererte y Pajarito colibrí.  

Más tarde interpretó Rayos de luna, acompañada por los trastes apagados de la guitarra demostrando que esta versión acústica es inolvidable mientras el publico se levantaba de sus acientos para honrar la música de la mexicana compositora más grande de nuestros días.  A las 9:09 p.m. llegó El palomo y la negra y más adelante, su Natalia ebria cantó Nunca es suficiente. Después de la primera hora Natalia  despidió a su versión sarrapastrosa para mostrarnos una “maletita del creador» donde aparentemente cada loco carga su cantador, mientras mostraba objetos intimos de su trayectoria.

Cantó En el 2000,  seguida de El lugar correcto, donde el bossa nova conmovió al auditorio hasta las lágrimas. El tiempo de una gran mujer no transcurrió hasta que nos posicionó en la emblemática canción de Amarte duele. Natalia nos recordó que el huapango se mantiene vivo en voces como la suya, originaria de Mi tierra Veracruzana, y con un grito jarocho interpretó La Bamba, destacando el verso «Yo no soy marinero, soy capitán».

Sin embargo, las Natalias caminaron hacia su sepelio al tiempo que les atravesaba sus más de dos décadas de trayectoria. Natalia agradeció a la muerte, al jazmín, al dolor con mezcal y su voz de cardamomo y aguardiente: «Podría no saber quién soy, más no caerme me aterra». A las 10:02 p.m., inició el último set que como dato obvio, Nat podría seguir toda la noche con su guitarra y su canción. El concierto, de más de dos horas, abarcó un repertorio que recorrió desde los primeros años demostrando su potente, rabiosa y fuerte forma de ser. Natalia reflexiona con su tour ‘Cancionera’ el camino del proceso creativo de la música y de la identidad mexicana.

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