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MATERNIDAD Y FICCIÓN: UNA NUEVA VENTANA

Tiempo de lectura: 3 minutos

Maternidad, una palabra que pareciera automáticamente nos lleva a pensar en biberones, amamantar, una madre sonriendo mientras carga a su bebé y un mundo color de rosa.

Las fotos de mamás sonrientes abrazando a sus bebés, familias que van a recibir a un hijo, videos de gender reveal y más. Todo parece un mundo maravilloso cuando hablamos de traer a un ser humano al planeta, y que mejor escenario para ello que las redes sociales.

La literatura sobre maternidad pareciera no poder escaparse de ello. Múltiples libros que van desde cómo limpiar correctamente los biberones hasta cómo ejecutar la relación correcta entre una madre y su creciente hijo.

Es precisamente allí donde entran autores como la española Laia Aguilar y la argentina Ariana Harwicz, quienes le han dado un rotundo y enorme giro a esa burbuja que te vende el ser madre como lo más maravilloso que te puede suceder como mujer.

A través de sus obras, ponen en la mente de sus lectores a distintos tipos de mamás: vientres alquilados, hijos perdidos, relaciones familiares imperfectas y otras diversas cuestiones que giran en torno a ser madre que, en sus propias palabras, son considerados tabú.

La maternidad a través de la ficción, un abordaje que quizá a más de una persona no se le hubiera ocurrido. Un quiebre que sin duda alguna no ha sido fácil y que tomará un largo camino para asentarse. Ambas, dijeron, han sido consultadas sobre temas como puerperios, lactancia, depresión postparto y más, demostrando una clara confusión de la figura del autor con los temas tratados, como lo expresó Laia.

Ante ello, Ariana señaló que hay una realidad sobre la maternidad humana de la cual no se habla. La limitación en el número de hijos en China, mejor tener un hijo varón porque es más productivo que una niña, bebés en botes de basura y otros aspectos de los que casi nadie habla. Es un tabú que después de dar a luz una mujer se tire por la ventana, enfatizó. “Escribir es ver. Escribir es un ejercicio de lucidez.”

¿Por qué la maternidad tiene que ser un género? se cuestiona Aguilar. ¿Los hombres podemos leerlo? le han preguntado a ella. Es una historia totalmente universal, todos somos hijos de alguien, respondió. Brota una libertad, es una gracia no ser tú, sobre todo al escribir. A la vez, se necesita conocer la realidad. Mirar al ser humano como es, no como queremos que sea. Los personajes, añadió la argentina, tienen inmunidad diplomática, no podemos juzgarles.

El enfrentamiento de la idealización a nivel Disney contra la maternidad en todas sus letras fue el eje central de la española y la argentina, quienes sin duda alguna sumergieron a los presentes en un debate de cuestionamientos y enfrentamientos contra sus propias creencias de lo que implica ese concepto que a veces simplemente lo vemos como un bebé en los brazos de su madre.

Una madre que mientras su hijo bebe leche ella le canta, lo ve con ojos alegres y llenos de amor. Todo a su alrededor pasa a segundo plano. Él, con tan solo ver esa imagen, esos segundos, se convierte en el centro del universo, nada más importa en ese momento, o incluso de ahora en adelante.

Otro punto de vista fue el que enfatizaron: el papel de los hijos en la construcción de la maternidad. Para Ariana, ser madre, padre, hijo, es un acto político, por lo que la políticas de natalidad no resultan ser una simple casualidad.

Y, como en otros aspectos, no podemos hablar sobre política sin poner sobre la mesa a la economía. Un servicio más para el capitalismo. Habitantes de países ricos rentan vientres en países pobres. Incluso se puede diseñar un hijo. Rubio, de ojos claros y sin antecedentes de cáncer. Alto, fuerte, con una sonrisa blanca, pero que sobre todas las cosas será productivo para quienes esperan que lo sea: sus propios padres, maestros, jefes, familia y toda persona que mantenga un vínculo benéfico con él.

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