El primer saque en el Guadalajara Open 2023
Tiempo de lectura: 3 minutos El glamour de los vestidos de noche, de los cócteles y la alfombra púrpura, es la evidencia de que el Guadalajara Open WTA 1000, reúne a las mejores exponentes del tenis femenil a nivel mundial, de las cuales todas y cada una de las jugadoras esperan lograr una victoria sin precedentes.
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Saque.
Revés.
Smash.
Eco.
La pelota rebota antes de ser impactada por una raqueta y ser proyectada hacía su siguiente golpe. Eco. Los gritos ahogados como quejidos venidos de ultratumba.
Pausa.
Debajo de mis pies una alfombra que atraviesa el piso dentro del Conjunto Santander de Artes Escénicas. Ojalá recuperara el eco de esa pelota, pero dos edecanes se dirigen ahora con nosotros; sí somos prensa, sí estamos aquí para la alfombra púrpura del Guadalajara Open, ¿en unos minutos?, perfecto, gracias.
El glamour de los vestidos de noche, de los cócteles y la alfombra púrpura, es la evidencia de que el Guadalajara Open WTA 1000, reúne a las mejores exponentes del tenis femenil a nivel mundial, de las cuales todas y cada una de las jugadoras esperan lograr una victoria sin precedentes.
Caminamos, observo cómo se desplazan las suelas sobre la superficie de la alfombra e imagino ser una de ellas, una de aquellas grandes tenistas que pronto recorrerán este mismo camino y saludarán a las edecanes con una afable sonrisa, mientras a sus espaldas se escucha el golpeteo constante de los hielos y el alcohol dentro del shake, y el tintinear de los vasos de cristal cortado con los agitadores entre risas y exclamaciones incomprensibles.
Creo que Diana podría estar pensando lo mismo que yo. La miro, pero no, ella está en otra parte, no estoy segura de dónde exactamente.
Play.
Regreso al sonido de la pelota.
Saque.
¡Plop!
¡Plop!
Trato de imaginar alguno de los partidos de tenis que he visto en mi vida, pero lo que más puedo recordar con precisión son esos sonidos, el impacto rítmico de la pelota virando de rival en rival, y esos quejidos casi involuntarios en señal del esfuerzo que cada tenista ejerce en el movimiento de la raqueta.
¡Plop!
Aquí incluso el sonido de los tacones chocando contra los azulejos se anula bajo la oleada de cuchicheos y la música regional que se desprende de las bocinas. Todos esperamos a las jugadoras top del torneo. Las personas ríen, tal vez hacen sus pronósticos de cada partido mientras chocan sus vasos de cristal cortado con tequila Casa del sol, o brindan a su suerte con un trago de Amstel Ultra.
Es, en pocas palabras, una alfombra púrpura amable, dispuesta y divertida, un espacio libre en el que me encuentro de repente a un costado de la competidora Leylah Fernandez, o mi mirada se cruza con el rostro sereno de Ajla Tomljanovic.
Inevitablemente recuerdo las competiciones de patinaje artístico, esos días como deportista de alto rendimiento, con la presión, la certeza de las expectativas que recaen sobre una y las tres respiraciones pausadas para contener los nervios previos a la competición.
Esa empatía me lleva a asegurar que la mente de aquellas mujeres está un poco más lejos del Conjunto Santander, está en ese lugar a donde viaja el eco de la pelota que, en mi imaginación, sale disparada con el golpe de revés; su mente está en el campo de juego.
Diana va de un lado a otro, sube y baja los escalones que dividen las salas de entrevistas con el cóctel. Intento seguir sus pasos, pero ella es más rápida, apenas y me mira al pasar. Entonces lo sé, su cabeza está también en el campo de juego, imagina que dispara la cámara desde una orilla de la cancha mientras está a punto de ganar el partido, y ella, voraz, captura cada movimiento ejecutado cuidadosamente.
El tenis es un deporte de precisión. Diana es la jugadora que apuesta por la precisión del obturador, una emboscada perfecta ante cualquier saque de María Sákkari.
Saque.
Flash.
Smash.
Rafaga de foto.
Calcular la fuerza del golpe en la pelota.
Y adecuar el lente ante la imagen que se desea capturar.
Entrada la noche, el partido termina. Se ha retirado la alfombra púrpura. Nuestros zapatos rechinan sobre el piso del estacionamiento como los de las tenistas en la cancha, pero no hay rebote de pelota o esos quejidos que evidencian el esfuerzo. Miro de nuevo a Diana, camina con un paso más pausado, su mente aterriza ahora sobre una ciudad oscura, sabe que se dirige a casa, habiendo jugado el primer saque del Guadalajara Open 2023.