Descubrí que la poesía era un medio para acercarnos a nuestra realidad emotiva, a la realidad del mundo, y me fascinó esa posibilidad.
El lunes 04 de septiembre, muchos nos preguntamos quién era Coral Bracho, que esa mañana fue reconocida como la ganadora del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romance 2023.
En su edición 33, la convocatoria para dicho galardón recibió 59 candidaturas de 49 autores, el cual fue otorgado a la escritora, poeta y traductora mexicana en reconocimiento de su trayectoria literaria.
En un pequeño auditorio del hotel Barceló, donde hombres de camisa blanca y pantalones negros iban y venían con tazas de café, y periodistas atareados se entrometían en cualquier recoveco con cámaras y micrófonos, la poesía se abrió paso como música, ritmo, significado; la poesía en recuperación de lo perdido, de la memoria como escritura de un pasado difuso.
La noticia recordó a muchos al ganador de la edición anterior, el escritor rumano Mircea Cărtărescu, porque la obra de Bracho destacó por el manejo de la escritura poética en la tarea de narrar y escudriñar la complejidad del mundo contemporáneo.
Aunque vía remota, parecía que Bracho también estaba presente en medio de ese tumulto silencioso, que ella podía oler el café humeante en tazas de porcelana blanca, o escuchar los disparos de las cámaras y uno que otro cuchicheo al fondo de la sala. Pero no fue si no a través de la pantalla que Bracho rememoró sus inicios en la poesía y la literatura.
Lo que en un principio fue el interés por la ciencia con los estudios de la mente humana, se tornó en un interés por el arte, sobre todo por la poesía, cuando la autora tuvo la oportunidad de incursionar en la música.
El coro, los acordes, el particular sonido de cada instrumento y su conjunto, revelaron su propia poética ante los oídos de una joven perspicaz, curiosa, sensible, que, interna en una escuela de Francia, se supo deslumbrada por la poesía, sus ritmos y sus significados.
Ninguno de nosotros estaría ahora mismo preguntándose quién es la escritora mexicana que figura en la portada de los diarios como ganadora del Premio FIL, de no haber sido por esa primera fascinación por la poesía. No habría existido aquel pequeño auditorio abarrotado, inexistente el sonido de los disparos de las cámaras, disueltas las figuras de los hombres de traje haciendo tintinear la porcelana vacía, ni esta nota, ni las palabras y la poética de Coral Bracho.